Un nuevo dispositivo podría permitir que las personas con parálisis controlen con sus pensamientos un exoesqueleto. Este proyecto viene siendo desarrollado por investigadores de la Universidad de Melbourne; el dispositivo se conecta directamente al cerebro sin que los médicos tengan que realizar ninguna cirugía en el cráneo.
El dispositivo se probará en personas con parálisis el próximo año. Varios grupos están desarrollando interfaces cerebro-máquina que permiten a las personas con parálisis operar un exoesqueleto biónico solo con pensar en ello. Estos dispositivos decodifican señales cerebrales eléctricas y las traducen en movimiento con las extremidades robóticas. Por lo general, las señales cerebrales se detectan a través de electrodos unidos al cuero cabelludo o implantados directamente en el cerebro. Colocarlos en el cuero cabelludo evita la cirugía, pero las señales son amortiguadas por el cráneo.
La implantación directa permite grabaciones precisas, pero los electrodos pueden dejar de funcionar porque el cerebro los trata como cuerpos extraños y los envuelve en tejido cicatricial.
El proyecto stentrode
Ahora, un equipo de investigación liderado por Thomas Oxley en la Universidad de Melbourne ha desarrollado una forma de implantar electrodos en el cerebro sin abrir el cráneo. Sus electrodos se unen a un tubo de malla metálica que es guiado a través de una pequeña incisión en la vena yugular en el cuello y hacia arriba en un vaso sanguíneo en el cerebro. Allí, el electrodo puede medir las señales de las células cerebrales cercanas al otro lado de la pared del vaso.
La técnica se toma prestada de los cardiólogos, que se deslizan tubos similares llamados ‘stents’ en las arterias para mantenerlos abiertos. El stent con electrodos (o ‘stentrode’) fue probado en el cerebro de ovejas vivas en 2016 .
Al igual que un stent cardiaco, se sentó en el vaso sanguíneo sin causar ningún efecto adverso. Debido a que la malla metálica no toca directamente el tejido cerebral, no se produjo ninguna inflamación o cicatrización durante el ensayo de seis meses. «El cerebro ni siquiera sabe que está ahí», dice David Grayden de la Universidad de Melbourne, quien supervisó la ingeniería del dispositivo. El ‘stentrode’ fue capaz de detectar claramente las señales cerebrales eléctricas.
El siguiente año el equipo está planeando un ensayo clínico en el Royal Melbourne Hospital. Este ensayo incluirá al menos hasta cinco pacientes que no puedan mover sus brazos o piernas debido a una lesión de la médula espinal, apoplejía, enfermedad de la neurona de motor o distrofia muscular. El ‘stentrode’ será insertado en un vaso sanguíneo que corre a lo largo de la corteza motora, la parte del cerebro que controla el movimiento.
Los cables finos van desde los electrodos hacia abajo a través del sistema de sangre hasta un dispositivo de grabación implantado en el pecho. Este dispositivo transmitirá de forma inalámbrica la información a un ordenador externo.