¿Alguna vez se han imaginado fabricar los objetos que usamos a diario? o ¿personalizarlos? O quizás ¿producir una pieza que hemos diseñado cuidadosamente para cubrir alguna de necesidad específica y que no exista aún en el mercado? Pues con las impresoras 3D los consumidores tendremos la oportunidad fabricar nuestros propios productos y tener nuestra propia microfactoría en casa.
Según expertos en la materia, la impresora 3D podría cambiar el mundo tanto como lo hizo la máquina de vapor en su tiempo, o el internet logró hacerlo a fines del siglo XX. Ahora bien, ¿cómo funciona este dispositivo? Pues, la impresión 3D consiste en fabricar un objeto tridimensional que hemos diseñado superponiendo capas sucesivas de material.
La impresión en 3D nos permite fabricar prototipos de producto e incluso productos acabados, a través de procesos de lectura de coordenadas tridimensionales que hasta hace unos años sólo se permitían los centros de diseño más avanzados de compañías químicas, de maquinaria y automovilísticas. En otras palabras, con la impresión 3D podemos crear un objeto con volumen; a diferencia de la impresión tradicional en 2D, en la cual imprimíamos sobre un plano.
Toda esta democratización de la producción traerá consigo ciertos cambios que cambiarán nuestra manera de comprar y producir objetos, e incluso que modificarán la economía mundial.
En primer lugar, se valorarán y comercializarán las ideas y el diseño antes que el producto en sí mismo. Si la barrera de poder fabricar algo ya no existe, lo que cobrará valor ahora será el diseño y la idea genérica que se han utilizado para fabricar ese producto. Si la impresión 3D permite a los usuarios fabricar los productos a su antojo y medida, probablemente nos interese mucho más un diseño más personalizado (de un productor-consumidor como nosotros) que el diseño producido a gran escala de una marca reconocida. En conclusión, con la impresión 3D ya no se comercializarán objetos, sino las ideas con las cuales se han producido esos objetos. El ¿cómo lo hiciste? superará largamente al ¿qué hiciste?
En segundo lugar, se saboteará (y mucho) las economías de escala. No es nada descabellado hacer esta afirmación, ya que con la tecnología de código abierto de las impresoras 3D realizar la producción de un objeto será tan accesible y económica como producirlos de a miles. De esta manera, se abrirá paso a una producción más individualizada y doméstica.
Por otro lado, dentro de las muchas posibilidades de desarrollo que traen consigo las impresoras 3D hay un segmento al que le vendría muy bien el uso de este aparato: el sector de la pequeña y mediana empresa (PYMES) ¿Por qué? Pues muchas empresas pequeñas vienen usando la impresora 3D para fabricar sus propios moldes, partes o piezas de sus productos, a los que antes no podían acceder porque el procedimiento para obtenerlos era muy caro y además tomaba demasiado tiempo. Argentina es un claro ejemplo en Latinoamérica donde las PYMES han empezado a utilizar la tecnología de las impresoras en 3D.
Aunque es muy seguro que la mayoría de personas en el mundo ni siquiera han escuchado hablar de la impresión en 3D, el alcance y las posibilidades que tiene esta tecnología definitivamente cambiará a futuro nuestra manera de vida. Para muestra un botón: