Este año ha salido al mercado una gran gama de dispositivos wearable con un punto en común bastante concreto: cuantificar nuestro día a día, ya sea con horas de sueño, pasos recorridos, entre otras actividades. Estos dispositivos se acoplan como pulseras a nuestras muñecas o, en otros casos, a los tobillos para cuantificar la data y enviarla, por lo general, a nuestros dispositivos móviles.
Sin embargo, ninguno de estos gadgets reconoce a su portador como su usuario único entre el resto del mundo, es decir, ninguno “diferencia” si el usuario original, aquel que ha configurado el dispositivo con su cuenta es realmente el portador del wearable. Claro, todos menos Nymi una pulsera que identifica al usuario mediante su ritmo cardíaco y pretende ser una llave para identificarnos frente al mundo.
Como las huellas digitales, los ritmos cardíacos son únicos. Los picos y valles trazados por un electrocardiograma se ven afectadas por las características únicas del corazón, incluyendo el tamaño y la forma. El Nymi funciona mediante el uso de su electrocardiograma para actuar como una especie de autenticación biométrica con otros dispositivos, aplicaciones y servicios del usuario. Dicho de otra manera, Nymi utiliza los latidos del corazón como una contraseña para confirmar que usted es, de hecho, usted.Según Karl Martin, director de la compañía que fabrica el dispositivo, el ritmo cardíaco es mucho más fiable que el reconocimiento de caras y solo un poco menos seguro que una huella dactilar.
El equipo de Nymi considera que su propuesta de valor se fortalece a través de la persistencia de su autenticación .Los sensores de huellas dactilares en los iPhone 5S y el Galaxy S5 ofrecen una identificación biométrica precisa, pero no pueden verificar continuamente la identidad.
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